Duelo por un hijo

Cuando unos padres se enfrentan a la pérdida de un hijo, pierden la vida, pierden una parte importante de su vida. Ante esto, no hay consuelo. Nada de lo que te dicen, nada de lo que oyes te ayuda. Solo quieres estar junto a él, sentirle junto a ti. Su ausencia se convierte en la única presencia que deseas. Han quedado tantas cosas sin acabar. Su vida acababa de empezar. Con él se han ido los juegos compartidos, las confidencias al borde de la cama, las peleas a la hora de comer, los sueños y pesadillas, y también las ilusiones y las esperanzas para el futuro.

Hay tantas cosas que deseabas compartir todavía con él. No importa cuánto tiempo haya pasado desde que no está, no importa que haya mucha gente que te quiere, que sea hijo único o que tengas más hijos. La muerte de un niño representa la pérdida del presente, del futuro. ….y de experiencias de las que no habéis podido disfrutar.

Manifestaciones del duelo

Pueden aparecer síntomas físicos: Sensación de vacío en el estómago, opresión en el pecho y/o garganta, fatiga y cansancio, sobresaltos frecuentes, alteraciones del apetito y del sueño. Una especie de síndrome de abstinencia físico fruto de la necesidad de tocar, sentir a tu hijo fallecido. Decaimiento, nada le interesa ya. Para él el mundo está vacío y carece de atractivo. Las acciones más simples pueden significar un esfuerzo desproporcionado.

Sentimientos de tristeza, rabia, vacío, soledad, ansiedad, culpa, alivio.

La tristeza puede estar presente durante mucho tiempo. Inicialmente no hay consuelo, y estará por todas partes.

Puede aparecer una rabia muy intensa, que se agudiza más cuando los de alrededor te niegan esa necesidad de sentirla y expresarla. La ira forma parte del dolor por la pérdida de tu hijo.

Sentimiento de vacío. Es difícil encontrar palabras para describir este sentimiento. Va más allá de la tristeza. Es una mezcla de dolor y de pérdida del sentido de las cosas que se asemeja a un gigantesco hoyo que lo llena todo. Has perdido el interés por ti, por los que te rodean y por la vida misma.

Ansiedad que tiene que ver con la sensación de falta de control ante la muerte de un hijo. A ello se suma la ansiedad o angustia por la percepción de incapacidad para poder vivir sin su hijo.

La culpa, pueden aparecer muchos sentimientos de culpa, ante diferentes cosas, en momentos y situaciones diversas; la culpa por haber sobrevivido, ¿Por qué hice?, ¿Por qué no le dije? ¿Por qué no me di cuenta antes? Son preguntas incesantes que te atropellan y te ciegan. La culpa muchas veces aparece por el mero hecho de intentar vivir.

Además pueden aparecer pensamientos e ideas de negación, sobre todo en los primeros momentos, cuando piensan que esto no puede estar pasando y se espera que todo vuelva a ser igual.

Dificultades de concentración y problemas para pensar con claridad, perdida de la memoria reciente asociada con la falta de atención hacia el mundo exterior que deja de tener sentido, focalizando la atención hacia el hijo fallecido y a todos los recuerdos y momentos compartidos con él. Recuerdos que en principio se centran en los duros momentos más duros, tan difíciles de procesar y posteriormente en recuerdos relacionados con la vida anterior a la enfermedad.

La sensación de que la vida se ha interrumpido, puede molestar el comportamiento de quien sigue su ritmo cotidiano, hablar constantemente del hijo fallecido o por el contrario negar su existencia, absentismo laboral, bajas por enfermedad, problemas de relación con los compañeros de trabajo y amigos habituales.

Desorganización de las actividades de la vida diaria (ir a vivir con otros familiares, dormir con los niños, etc.).

A todas estas manifestaciones se pueden añadir la toma de conciencia de la  fugacidad de la vida, de nuestra propia muerte, de que todo acaba… Dudas e interrogantes sobre la religión, sobre Dios, sobre el pecado, la reencarnación, cambios en los valores y creencias.

El duelo es  un proceso natural que en la mayoría de los casos no precisa tratamiento psicológico ni farmacológico pero en el caso de la pérdida de un hijo es más fácil que el proceso sea mucho más difícil de procesar por lo irracional que es pensar en la posibilidad de que un niño muera. En muchos casos a los padres les resulta imposible conseguir llegar a ese equilibrio emocional y por ello se requiere la ayuda máxima por parte de los familiares, amigos, compañeros, la sociedad en general y los profesionales que nos dedicamos a ello.
¿Cuánto puede durar? El duelo tiene un tiempo y una profundidad únicos para cada persona. No existe un tiempo fijo para el desarrollo del duelo. Cada uno marca la duración de este periodo.

Las profesionales que nos dedicamos a ofrecer ayuda en este proceso del duelo creemos que es muy difícil cuantificar y poner unos tiempos a este proceso, sin embargo, hemos observado que la personas suelen experimentar las manifestaciones más intensas del duelo en el año posterior al fallecimiento que se considera el mínimo periodo para vivir las fechas que han tenido un significado especial. Un año permite que el dolor se aleje lentamente pero solo si el entorno apoya y consiente esta duración habrá menos tensiones y estrés. En muchos casos un año no va a ser suficiente. Si es así, la persona que necesita más tiempo ha de poder tenerlo sin que quienes la rodean la culpabilicen y le estén exigiendo una vuelta a la normalidad.

Clara Otal
Psicóloga de la AECC