Hace ya unos meses, recibimos la llamada de una mamá. Le había planteado a su hijo la posibilidad de suprimir el detalle que se entrega a los invitados a una comunión por una aportación solidaria, algo que ya hemos tenido la suerte de vivir en varias bodas y comuniones, pero hubo algo más, algo que nos encantó, sería él quien decidiera la organización que iba a recibir ese donativo.
Su mamá le planteó ir a conocer a tres organizaciones, que él mismo pudiera valorar y elegir, y una de ellas fuimos nosotros.
Conocimos a Guille, a su hermano y por supuesto a su mamá, un refresco, unas chuches y una conversación en la que todo hay que decirlo, fue su hermano pequeño el más “preguntón”…normal, el peso de la responsabilidad recaía sobre él, un niño de sólo 9 años.
Nos conoció y conoció otra organización, la tercera se quedó en el cajón, demasiado difícil elegir entre tres.
Por proximidad de edades con nuestra hija Ixeya, nos hemos encontrado después en diferentes lugares y eventos infantiles, y si algo nos gusta es la sonrisa y el besete cada vez que nos vemos, de alguna manera, formamos parte de la vida de estos niños y ellos de la nuestra.
Felices de haber sido los elegidos por Guille para esa donación, pero sobre todo, felices de concer a esa mamá que ha sembrado en sus peques la semilla de la empatía, la solidaridad y la esperanza.